viernes, 4 de mayo de 2012

CHARLOTTE

En el momento que apoyabas
tu cabeza sobre mi hombro
un millar de hojas cayeron a la vez
y alguna estrella debió desvanecerse para siempre.

Apoyaste tu cabeza
y la nieve se fundió hasta desaparecer
o ya no hubo más palabras por decir.
Tal vez aquella piedra descansó por fin sobre el costado
o todas las pupilas se contrajeron a la vez.

Es posible que supiese quién era de una vez
y que dejase de soñar
o que aquellas mujeres desnudas cesaran de bailar.
Y solamente en lo más profundo
de la negra taza de té,
donde el tiempo vive detenido,
es posible que una flor comenzase a abrir
(cuando apoyaste tu cabeza sobre mí).

1 comentario: